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Mostrando las entradas etiquetadas como Relecturas

Úrsula y Gudrun

Las hermanas Brangwen, Úrsula y Gudrun, son cultas, hermosas, inteligentes y vitales. Pero tienen una mancha de fábrica que en la sociedad de entreguerras no es fácil de solucionar. Son hijas de minero, nietas de minero. Si fueran hombres, serían mineros. Úrsula es maestra y ha dado el salto sobre los de su clase a base de ocupar una plaza en la escuela del lugar donde nació. Eso la obliga a vivir en la casa familiar, a pesar de que no es la casa de sus sueños, de que es una casa en la que no querría haber nacido. Gudrun , que tiene unas alas más amplias y unos sueños más extravagantes, es artista, porque los artistas no son de ningún sitio y tienen patente de corso para codearse con unos y con otros. Pero ambas saben, sobre todo cuando están en su tierra, que todo el mundo conoce a su padre, oscuro del color de la mina, y a su madre, sencilla y sin abalorios, y su casa, una casa corriente con la única diferencia de que en ella hay libros y acuarelas.  Es muy difícil remonta

Connie, el guardabosques y yo misma

A los catorce años leí "El amante de Lady Chatterley" . La figura del guardabosques me parecía intrigante. ¿Existirían hombres así? ¿Hombres con ese vocabulario floral para designar lo que otros nombraban sin ninguna poesía? En realidad, visto con desapasionamiento, era un individuo primario, casi analfabeto, que poco o nada tenía que ver con mis inquietudes intelectuales de entonces (esas charlas interminables con los amigos, diseccionando películas como si estuviéramos haciendo una autopsia) y mucho menos con las de Connie Chatterley, pero, para ambas, encarnaba al "hombre" con mayúsculas, una especie que se adornaba de todas las distinciones. Éramos muy elementales en el fondo o, quizá, muy sensatas. Recubríamos nuestra supuesta erudición con adjetivos que habíamos tomado prestados de los libros de cabecera o de las películas que alguien nos había recomendado, pero, en el fondo, buscábamos un algo menos tangible, más especial. Esto lo explicaba años más tard

"Las chicas de campo" de Edna O´Brien

   "Las chicas de campo" es el primer libro de una trilogía que convirtió a Edna O´Brien (Tuamgraney, Irlanda, condado de Clare, 1930) en una escritora. Supongo que escribir es un don del cielo y que, en un momento dado, una decide que va a dar un paso adelante y convierte los recuerdos o la imaginación, o ambas cosas, en un libro. En este caso, su publicación, en 1960, vino precedida de horas de trabajo en una editorial y de una invitación a escribir algo por parte de los editores. Y la consecuencia fue un anatema en su pueblo, en su país y el reconocimiento de los lectores y críticos. La cara y la cruz de una misma moneda.      Caithleen es Edna y Baba es Edna . Son, ellas mismas, la muchacha que fue y la que quiso ser. Lo ha confesado la autora, afortunadamente todavía en activo a sus ochenta y siete años. Sabemos cómo son ambas chicas porque, aunque no existen descripciones pormenorizadas, al igual que en los libros de Jane Austen, sí hay alusiones y, por alusion

"La chica de ojos verdes" de Edna O´Brien

   Caithleen y Baba , las chicas de campo, están ahora en Dublín. Viven juntas en alquiler en la casa de Joanna y conocen a algunos hombres. Mientras Baba quiere divertirse a toda costa y piensa poco en las consecuencias, Caithleen se convertirá en Kate, cuando se enamora por segunda vez (la primera fue el señor Gentleman) de Eugene Gaillard, que hace documentales y vive en una casa de campo cercana a Dublín. Gaillard es un hombre casado y tiene una hija de tres años. Su mujer, Laura, y su hija, Eileen, están en América, en Nueva York. Entre ambos hay una extraña relación y un lazo indisoluble, algo que hace sufrir a Kate.      Kate quiere ser la mujer ideal para Eugene . Esa persona que está siempre a tono con las conversaciones, que sabe vestirse y que tiene un encanto especial. Cuando se conocen, ella es fresca, libre y sincera. Pero la relación lleva un doble camino, por un lado, se afianza y, por otro, se degenera. La visita del padre de Kate a la casa que ambos comparten