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Mostrando las entradas etiquetadas como Cine

E de Elvira

/Sophia Loren/ Elvira era una artista de cine. Tenía la figura, el rostro y el gesto adecuados. Tenía, sobre todo, el aire desvalido, la soledad y la ausencia precisas. Un pasado triste, una orfandad inexplicable y una familia extraña. Era una de esas niñas intermedias que no interesan a nadie y una joven con la mirada puesta en otras cosas, más allá del colegio y de los chicos. Por eso quizá pasó tantas horas en la sala de cine que tenía junto a la casa, esa casa familiar, blanca, casi georgiana, que se volcaba al Atlántico y que recibía el viento del sur con una elegancia única. El cine era su mayor bien y su mayor medicina. Las tristezas se volvían transparentes y las horas pasaban con una calculada rapidez. El desenlace de la película de espías o de miedo, el muchacho que cabalgaba con ese aire cansado que a ella le recordaba a alguien o el The End sobrevenido en el mejor momento, todo eso era parte de su biografía y así la transmitió a sus hijas con tanto lujo de detalles que toda

Woody en París

  Los que formamos la enorme legión de militantes en la fe Allen esperamos siempre con entusiasmo y expectación su última película, no la que termine con su carrera sino la que continúe con la misma. A ver qué dice, a ver qué pasa, a ver qué cuenta. Esperamos su narrativa y sus imágenes, creemos en sus intenciones y admiramos que vuelva a trabajar con profesionales tan magníficos como este Vittorio Storaro, director de fotografía, que dejó en la retina sus dorados memorables en otras de sus películas y que ahora plasma un París de ensueño. ¿Quién no querría recorrer este París? En el imaginario Allen tiene un papel esencial la suerte, la casualidad, aquello que surge sin esperarlo y que te cambia la vida. Él cree firmemente en eso y nosotros también. Shakespeare lo llamaría "el destino" y Jane Austen trataría de que la razón humana compensara las novelerías de la naturaleza. Allen también cree en la fuerza de la atracción y en la imposible lucha del ser humano contra sí mismo

Elegantes

  He encontrado esta foto en una red social. Me ha hecho pensar, recordar, escribir. Aparentemente solo son personas que están tomando algo en una calle de Londres, en una terraza de mesas verdes y sillas que parecen bastante incómodas. Aquí en primer plano un señor mayor. En segunda fila una pareja que está comiendo algo. Más allá otro señor. El señor mayor tiene un libro en la mano, está leyendo. En la silla de al lado hay más libros y lo que parece ser otra bolsa también llena de libros. No hay nada en la mesa, acaba de llegar o no ha pedido nada. Está absorto en la lectura. Lleva gafas de montura negra. Está concentrado absolutamente en lo que lee. La distancia nos impide ver de qué libro se trata.  El hombre mayor va muy bien vestido. Pantalón gris de raya bien planchada, una camisa clara, una chaqueta azul. Lleva calcetines azules y unos mocasines negros bien limpios. Es un hombre elegante y su elegancia no es afectada, no es cursi, no es presuntuosa, sino natural. Es elegante la

Vincent, una mirada y el olor a lavanda

  Las cinéfilas tenemos una forma especial de ver las películas o las series. Si hay algún actor que nos atrapa entonces es para siempre, para casi siempre si quiero ser exacta. Vincent Lindon no me ha interesado de joven, ni me ha interesado en sus aventuras ni en sus películas, salvo ahora, que ha protagonizado "Dinero y sangre" una serie que estoy viendo en Filmin y en la que exhibe una hipnótica mirada azul grisácea y una ausencia total de sonrisas. Si hay un actor que consigue que veas la película o la serie en versión original por escuchar su voz, entonces es que te has convertido a su fe. Y, en este caso, las flores secas y la visión del amanecer, y el recuerdo de los pequeños lugares de la Provenza de mi biografía, completan sin dudarlo esa especie de lazo que te deja una imagen bien construida. No solo es un tipo atractivo. Parece que también tiene alma.  Mis días en la Provenza forman parte de un fondo de armario sentimental que nunca decae. Siempre hay un motivo p

Rizos y un mapa de España

(Fotograma de "Sentido y Sensibilidad" de Ang Lee)  Es la música, en primer lugar, lo que hace de esta versión de Ang Lee del libro de Jane Austen "Sentido y Sensibilidad" una pequeña maravilla. Un tributo eficaz, diáfano, exacto, al genio de la escritora, a su creación de personajes y ambientes, a su estilo, a su ingenio e inteligencia. La música crea el tono especial que la distingue y, entre todos los libros de Austen, en los que la música siempre tiene un importante papel, es aquí donde expresa el dolor y la alegría con mayor lucidez. Lo mismo ocurre con los versos, las palabras, los poemas que se recitan, el consuelo de la lírica en los momentos difíciles. Shakespeare y sus sonetos que invitan al amor, aunque sea, como sabes, un amor aureolado de triste cobardía.  Entre todas las imágenes hay una evocadora, imposible de pasar por alto, una imagen en la que me detengo y en la que observo cosas que quizá otros no ven. Al fin nuestros ojos siempre vue

Spoiler

Grace Kelly lee el Harper´s Bazaar y engaña así a James Stewart, porque la moda es para él algo ajeno y prefiere la aventura. Ella está enamorada pero no puede evitar dejar a un lado una revista sobre el Himalaya y volver al paraíso del lujo y del glamour. Esa es la mirada que identifica el placer de contemplar cosas bonitas. En La ventana indiscreta , la película estadounidense de 1954 dirigida por Alfred Hitchcock, basada en el cuento de 1942 It Had to Be Murder, de Cornell Woolrich , que ambos protagonizaron, no hay lugar para el spoiler, más bien todo lo contrario. Desde el principio sabemos que hay un crimen y un asesino. La única duda es cuánto tiempo tardarán en convencerse los demás. Y hay otra duda, no menor, que reside en descubrir por qué James Stewart no se da cuenta de que está enamorado de la chica y de que no necesita que ella gane un premio de alpinismo para poder ser felices. Un hombre empeñado en no ser feliz es un hombre peligroso que va a terminar solo o

Clive Owen, una falda tubo y el tipo de la camisa blanca

  No sé si me gusta Clive Owen porque me recuerda a aquel tipo o al revés. El caso es que también usaba camisas blancas y también tenía ese color indefinido de ojos, que tanto parecen grises, como azules, verdes o, incluso, plateados. Unos ojos con doble intención, que podían ser duros y sin compasión o tiernos y plagados de dulzura. Aquel tipo, lo llamaré así para aclararnos, tenía una personalidad dual, oscura y transparente a la vez, y las muchachas como yo, que sofocan las penas del amor con otras penas mayores, podemos ser presas fáciles de un vaquero bien llevado y una camisa de lino. En una de esas crisis amorosas por no sé quién (lo bueno de todo esto es que el olvido es la premisa) surgió un viaje al extranjero por un par de meses (el remedio eficaz, poner tierra de por medio) y allí estaba este Clive sin filmografía, con su aspecto de eficaz desaliño, su conversación filosófica y su mirada ardiente de unos ojos con color no identificado. Imposible resistirse a su llegada a nu

Bradley, Schopenhauer y tú misma

La canción podía llamarse "Hacia dentro" o "Desde dentro". Hacia, desde, casi lo mismo. No exactamente. Más o menos igual. Todo lo que soy está en mí. Nada de lo ajeno soy yo, salvo si lo interpreto, lo respondo, lo cuento, lo adquiero, lo amo. De esa manera, con otras palabras, lo contaba el filósofo y era consciente de que estaba enhebrando una aguja para la costura de ideas que antes no se habían expresado. Al fin, a eso se reduce todo. A contar las cosas de otra forma. A verlas de un modo diferente. A ser originales, no como una moda pasajera, sino como una actitud. Criterio. Pensar. Demasiadas veces el cartón de la copia se superpone a la originalidad de las mentes libres. Ser libres pero estar juntos. Ser libres, en todo caso.  La canción tiene muchos nombres pero la imagen de ese hombre con pelo largo y barba descuidada está sobre el escenario sugiriendo que no han pasado para ti los días gloriosos del abrazo más cierto. A pesar de todo. A pesar de lo

La mejor Agatha del cine

  Resulta curioso que la mejor adaptación que se ha hecho nunca de una obra de Agatha Christie sea esta, "Testigo de cargo" y las circunstancias sean tan curiosas. Para empezar es un relato corto que, sin nada de florituras y yendo al grano, narra los hechos relacionados con un asesinato y un encubrimiento. En la novela no hay ese juego de abogado famoso y enfermera, ni tampoco ascensores interiores que suben y bajan, ni pastillas para controlar la ansiedad durante el juicio. Todo es mucho más directo, claro y sencillo. Sin embargo, la adaptación no solo conserva intacto el espíritu del libro sino que es una obra maestra del cine. ¿Por qué? El relato se publicó dentro de un conjunto de ellos en 1948 y la película se rodó en 1957, casi diez años después. Tres artistas rutilantes forman un triángulo increíble, algo fuera de lo normal en una obra aparentemente destinada a ser menor. Marlene Dietrich es la amante del acusado, la mala mujer, la que lo acusa primero y luego lo salv

Storaro en día de lluvia

Esta película me ha reconciliado con Gatsby/ Chalamet. Creo que ha contribuido a esta desaparición de la hostilidad (una palabra que suena con aire psicológico de andar por casa) el hecho de que aquí no pareciera el sobrino del dueño de la tienda de chucherías de la esquina. Entre paréntesis, la psicología (incluso la de andar por casa) está presente en la película y también las costumbres de los ricos. Aún más encantadora está Ellen Fanning (cuyo padre tiene muchos bancos) y también Selena Gómez, las dos chicas, una rubia y una morena, de la historia. Aunque hay más. La gente que dice que esto es solo un amasijo de encuentros casuales, de planes no cumplidos y de agua de lluvia transparente y fiel, tendría que pensar en que Nueva York nunca ha presentado esta inusual imagen vintage, tan llena de dorados, de ocres y de ventisca. Hasta el paseo en coche de caballos se estropea con la lluvia...En la foto, Vittorio Storaro ha fotografiado a Selena delante de la ventana de su casa, por

The Assistant

  Todas las imágenes de Julia Garner , Jane en la película, nos la muestran haciendo fotocopias, hablando por teléfono, realizando gestiones, ordenando papeles. Su jornada laboral comienza muy temprano y va de una cosa a otra sin parar, durante todo el tiempo. Sabemos muy poco de ella, prácticamente nada, desconocemos su vida, sus sentimientos, su historia sentimental, su familia. Es una especie de secretaria, una asistente, tiene una buena formación, aspiraciones profesionales (quiere ser productora de TV), deseos de triunfar. De vez en cuando tiene que mentir cuando la esposa del gran jefe le pregunta por él. "Está reunido, está en una proyección, ha tenido que salir..." De ese modo, todos son partícipes de la simulación, de la mentira. Los asistentes experimentados los hacen con gran naturalidad, pero Jane tiene que aprender, porque solo lleva allí cinco semanas. Parece un trabajo muy burocrático, sin creatividad, papeles y papeles, hoteles, viajes, agenda, pero ella ademá

"1917" de Sam Mendes

"1917" no es solo un alarde técnico. Es también un bombardeo de emociones. La forma en la que Sam Mendes concibió la película (un plano secuencia de dos horas) no indica solo un virtuosismo técnico sino una intención concreta. El espectador acompaña a los dos soldados, Schofield y Blake, a través de una aventura épica. Son los nuevos Miguel Strogoff, su misiva salvará mil seiscientas vidas si llega a tiempo.  En la historia, como sucede en "Dunkerque", los alemanes están enfrente pero no son nada. No aparecen, salvo para poner trabas a ese viaje incierto. Y los jefes aliados tampoco parecen significar sino autoridades que se guardan sus sentimientos a buen recaudo. Solo el capitán Smith (Mark Strong) conserva, entre las atrocidades, una mirada limpia y una mano que tender. La guerra destruye lo que mata y lo que queda. Esa es una de las lecciones de la película. Todos pierden.  Cuando estudiaba Historia en la universidad me preguntaba muchas veces po

"Lo que Maisie sabía" de Henry James

  El matrimonio Farange, Ida y Beale, no se ha puesto de acuerdo a la hora de divorciarse. Y el juez ha decidido que los dos compartan la custodia de su hija de seis años, Maisie. La niña va a vivir seis meses en cada casa y con cada progenitor. Esto lo cuenta Henry James en esta historia y hay que señalar la modernidad de la medida del juez. Pero, aparte un tema jurídico, hay aquí el sustento para indagar en la personalidad de los cónyuges y también en la mirada que la niña lanza sobre la historia. Porque es lo que hace James en su relato. No ver a través de los ojos de la niña, sino contarnos lo que la niña ve, aun sin que ella misma lo entienda. Compartimos, por tanto, la estupefacción de Maisie, sus preguntas, sus dudas y su extrañeza ante los acontecimientos. No tenemos claridad, esa tenemos que aportarla nosotros como lectores.  Habían solicitado su costado no por ningún bien que pudieran hacerle, sino por todo el mal que podrían, con la inconsciente ayuda de ella, hacerse el un

Jesse Eisenberg: Resistance

  A mí me gusta mucho Jesse Eisenberg. Considero que es un gran actor. No es físicamente ostentoso ni llamativo y tiene siempre un aire bastante perdido, como si no supiera donde ir. En "Una historia de Brooklyn", de 2005, dirigida por Noah Baumbach, hacía de muchacho hijo de padres separados, que adora a su padre, odia a su madre y no sabe qué hacer con su vida. Con Woody Allen trabajó en dos películas, pero fue en "Café Society" donde su papel quedó más lucido, aunque siempre arrastrando esa indecisión que parece marca de sus personajes. Es un gran actor, en todo caso, un actor invisible a veces y otras veces terriblemente presente.  En "Resistance", se cuenta la historia, o mejor dicho, una pequeña parte de su historia, del mimo Marcel Marceau, que junto a un grupo de boy scouts se dedicó primero a entretener y luego a salvar a niños judíos, como él también lo era, amenazados por el nazismo. Esa cosa de que el terror se esconde con risas. Una vieja idea

Belfast en blanco y negro

  Los conflictos de agosto de 1969 vistos por los ojos de un niño. Este es el resumen de "Belfast", 2021, la última película dirigida por Kenneth Branagh, que nació allí y que ha querido contar algo de lo que esa ciudad ambivalente significa para él. Sobrevuela los aspectos políticos y religiosos para detenerse solo en la peripecia vital de una familia, padres, hijos y abuelos, que se encuentran, sin quererlo, en el centro de una batalla campal. Es, pues la vida cotidiana la que se ve trastocada por los hechos y esto es lo que el director quiere contarnos. Después de mucho Shakespeare, Branagh aterriza volviendo la vista atrás. Él tenía nueve años cuando aquello sucedió. Su memoria es, pues, privilegiada.  Una de las virtudes de la película es que no pretende convencernos de nada, simplemente muestra lo que el niño vivió, que puede ser diferente de otras vivencias. Nosotros, los espectadores, podemos elucubrar lo que queramos, pero la intención de la película es más memorialí

Noticias del gran mundo

  Ningún género más tierno, romántico, triste, que el western. Aunque este no es una historia canónica, no es un extraño que llega a un pueblo donde todos están sometidos y él lo cambia todo, tras conocer a una maestra, una enfermera, una chica de la cantina o una hija de familia. No. Este hombre no va a un pueblo, sino a muchos, y su trabajo es precisamente ese, leer las noticias del mundo a todos aquellos que pueden pagarle una moneda. El hombre se dirige a un auditorio diverso, gente que trabaja la tierra, mujeres que tienen el rostro curtido, niños que se visten como adultos con la ropa sobrante, pioneros, antiguos soldados de la guerra de Secesión que acaba de terminar, vaqueros... Y un día se encuentra con una niña muy rebelde, que no sabe hablar inglés y que grita, corre, chilla y desobedece. Johanna es su misión a partir de ese momento. La hija de inmigrantes alemanes, criada entre los indios kiowa, que no sabe ya de dónde es ni a quién querer.  Esta es la sencilla historia del

El viaje a París de la señora Harris

La señora Ada Harris es una excelente empleada de la limpieza en Londres. Allí su vida transcurre entre la limpieza de unas cuántas casas y las charlas con su querida amiga Violet , que también se dedica a ese mismo y noble oficio que tantas vidas salva con su impoluto quehacer doméstico. La señora Ada Harris ha recibido esos días la noticia de la muerte en combate de su marido. Estamos en 1957 y hasta ahora no ha habido confirmación. Un día, la señora Harris ve un vestido de Christian Dior , una belleza, en casa de una cliente y no puede evitar enamorarse. Con esa clase de amor imposible de controlar. De modo que se pone en marcha (En marche, diría Macron ) para lograr su sueño. Los sueños han de intentar conseguirse como sea. De no ser así la vida se puede convertir en una rutina. Lo que sucede es que muchas personas, quizá demasiadas, no saben exactamente cuál es su sueño y suelen confundirse. Por eso, llega un momento en que se preguntan: todo esto ¿para qué?. No era ese su sueño,