Ir al contenido principal

"Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León" de José Luis Ferris


Había una vez una mujer que, a pesar de que en su tiempo se movía airosa de una ocupación a otra, con firmeza, elegancia y talento, pasó desapercibida con el paso de los años, opacada por el brillo del hombre con el que se casó por segunda vez. Así podría resumirse, sencillamente, la historia de María Teresa León, la esposa de Rafael Alberti, la mujer que fue muchas cosas y de la que poco se recuerda ahora. La bruma cubrió sus últimos años y esa bruma se ha extendido entre nosotros a la hora de situarla en su lugar, en su contexto, en lo que fui y vivió. Una más de las injusticias que se cometen con las mujeres que permanecen ocultas, a veces tras un hombre, a veces tras la vida.

El libro nos muestra la niña que fue, rebelde y avispada, que recorrió diversas ciudades por el empleo militar de su padre y que no hacía buenas migas con las monjas del colegio. También nos revela el escaso apego que tenía a su madre (y su madre a ella), las diferencias ideológicas con su único hermano y el amor que sentía por su tía María Goyri, esposa de Ramón Menéndez Pidal y la primera mujer en obtener un título universitario. En esa casa de los Menéndez Pidal estaban sus primos, Jimena y Gonzalo. A Jimena la admiraba enormemente, era todo lo que una niña como ella quería ser. Y a esa casa llegaban invitados que formaban la élite intelectual del momento. Esas discusiones, esas charlas, esas lecturas, forjaron en su cabeza un poso inevitable.

María Teresa llevaba consigo el dolor de haber cometido errores en su juventud que no tuvieron solución. De su temprano matrimonio, debido a un embarazo indeseado, sacó unos años de convivencia imposible y dos hijos a los que tuvo que dejar en manos de su marido, porque así eran las leyes del divorcio. Desde muy joven, no obstante, la escritura formó parte de lo mejor de sus ocupaciones. Así, colaboraba con revistas, escribía artículos y cuentos, sobre todo dirigidos a los niños. Era, además, una muchacha bellísima, que hacía volver las miradas a los hombres y que se convirtió en una mujer avasalladora. Su fuerte carácter iba parejo a su belleza y quizá no era el complemento adecuado si una mujer quiere triunfar en un mundo de hombres.

Tenían que encontrarse. En 1930 coincide con Rafael Alberti y ahí ya se produce el encuentro decisivo. Ambos descubrieron su afinidad y se unieron con vocación de permanencia. Abrazaron el amor al tiempo que se convertían al comunismo, la causa que defendieron hasta el final. Durante unos años viajaron y conocieron lo que estaba pasando en Europa. En la URSS no fueron capaces de notar lo que ocurría tras las apariencias, a pesar de que Stalin hacía de las suyas. En Alemania, se horrorizaron ante el aviso de pre-nazismo y tuvieron contacto con otra de esas mujeres fuertes del momento, Rosa Chacel, a quien los jóvenes nazis miraban desdeñosos porque creían que era judía. Holanda, Noruega, Alemania de nuevo, María Teresa era una agitadora natural, alguien capaz de enardecer los ánimos y a las masas. Tras su boda con Alberti en 1933 consolida su relación con el comunismo afiliándose al Partido Comunista de España y creando la revista "Octubre. Órgano de los escritores y artistas revolucionarios".

Ambos se mostraban abiertamente. Parece ser que era ella la que llevaba la voz cantante y tenía la fuerza de la ideología en su pensamiento, mientras que el poeta Alberti era más dicharachero, divertido y jovial. Esa exageración partidaria la han dejado expresada algunos de sus coetáneos como el cónsul Carlos Morla Lynch "cantan el himno de Riego y la Internacional cada cinco minutos".

En ese tiempo efervescente políticamente aún podía escribir y publicó, en 1934, la que es su obra más conocida "Rosa-Fría patinadora de la luna", algo infantil, casi naif, con la fuerza de su ingenuidad. Se trataba de una colección de nuevo cuentos, ilustrados por Alberti.

En su segundo viaje a la URSS para asistir al Primer Congreso de Escritores Soviéticos, tampoco quiso ver la realidad, o no pudo, o no fue posible. Luego estuvo en Roma, donde coincidieron con Valle-Inclán y de ahí a Estados Unidos, pasando por Cherburgo, donde embarcaron en un carguero alemán para ir a Nueva York. Llegados a este punto, intelectuales y políticos de la izquierda española criticaban su expedición "política-evangelizadora". Todo estaba a cargo del PCE que pagaba a través del Socorro Rojo Internacional.

En Cuba conocieron la época de Fulgencio Batista y tuvieron ocasión de estar con Nicolás Guillén, en México las disputas artísticas entre los muralistas Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Por allí estaban Frida Kahlo y Octavio Paz. En Centroamérica tuvieron peor suerte pues no fueron recibidos en algunos países, su fama les precedía. El golpe de estado de 1936 los detuvo en el extranjero pero volvieron a España y allí María Teresa tuvo un papel importante en la salvaguarda de obras artísticas del Museo del Prado. Fueron activistas a fondo, poesía y comunismo por enseñas.

De esta forma el libro se va deslizando año a año por el río de su vida, haciendo acto de presencia en el mismo los personajes que tamizan el período histórico quizá más definitivo e influyente de nuestra historia reciente. Artistas plásticos, escritores, poetas, académicos, políticos, sindicalistas, científicos, todos tienen algún papel que representar en este mosaico variado y, a veces, terrible. El exilio es el punto final o quizá el principio de una nueva vida. Y luego, la hija que nace fuera de España, Aitana, y la vuelta, cuando la democracia había empezado a despuntar. Y la niebla en los ojos de María Teresa. Y el aire hermoso de su inteligencia, aún en los momentos en que los errores de otros no fueron evidentes para ella.

Comentarios

Entradas populares de este blog

39 páginas

  Algunas críticas sobre el libro de Annie Ernaux "El hombre joven" se referían a que solo tiene 39 páginas. ¿Cómo es posible que una escritora como ella no haya sido capaz de escribir más de este asunto? se preguntaban esos lectores, o lectoras, no lo sé. Lo que el libro cuenta, en ese tono que fluctúa entre lo autobiográfico y lo imaginado, aunque con pinta de ser más fidedigno que el BOE, es la aventura que vivió la propia Annie con un hombre treinta años más joven que ella, cuando ya era una escritora famosa y él un estudiante enamorado de su escritura. Los escépticos pueden decir al respecto que si no hubiera sido tan famosa y tan escritora no habría tenido nada de nada con el susodicho joven, que, además, podía ser incluso guapo y atractivo, aunque ser joven era aquí el mayor plus, lo máximo. Una mujer mayor no puede aspirar, parece decirnos la historia, a que un joven se interese de algún modo por ella si no tiene algún añadido de interés, una trayectoria, un nombre, u

La primera vez que fui feliz

  Hay fotos que te recuerdan un tiempo feliz, que abren la puerta de la nostalgia y de la dicha, que se expanden como si fueran suaves telas que abrazaran tu cuerpo. Esta es una de ellas. Podría detallar exactamente el momento en que la tomé, la compañía, la hora de la tarde, la ciudad, el sitio. Lo podría situar todo en el universo y no me equivocaría. De ese viaje recuerdo también la almohada del hotel. Nunca duermo bien fuera de mi casa y echo de menos mi almohada como si se tratara de una persona. Pero en esta ocasión, sin elegir siquiera, la almohada era perfecta, era suave, era grande, tenía el punto exacto de blandura y de firmeza. Y me hizo dormir. Por primera vez en muchas noches dormí toda la noche sin pesadillas ni sobresaltos. La almohada ayudó y ayudó el aire de serenidad que lo impregnaba todo. Ayudaron las risas, el buen rollo, la ciudad, el aire, la compañía, el momento. No hay olvido. No hay olvido para todo esto, que se coloca bien ensamblado en ese lugar del cerebro

"Baumgartner" de Paul Auster

  Ha salido un nuevo libro de Paul Auster. Algunos lectores parece que han cerrado ya su relación con él y así lo comentaban. Han leído cuatro o cinco de sus libros y luego les ha parecido que todo era repetitivo y poco interesante. Muchos autores tienen ese mismo problema. O son demasiado prolíficos o las ideas se les quedan cortas. Es muy difícil mantener una larga trayectoria a base de obras maestras. En algunos casos se pierde la cabeza completamente a la hora de darse cuenta de que no todo vale.  Pero "Baumgartner" tiene un comienzo apasionante. Tan sencillo como lo es la vida cotidiana y tan potente como sucede cuando una persona es consciente de que las cosas que antes hacía ahora le cuestan un enorme trabajo y ha de empezar a depender de otros. La vejez es una mala opción pero no la peor, parece decirnos Auster. Si llegas a viejo, verás cómo las estrellas se oscurecen, pero si no llegas, entonces te perderás tantas cosas que desearás envejecer.  La verdadera pérdida d

Siete libros para cruzar la primavera

  He aquí una muestra de siete libros, siete, que pueden convertir cualquier primavera en un paraíso de letra impresa. Siete editoriales independientes de las que a mí me gustan, buenos traductores, editores con un ojo estupendo.  Aquí están Siruela, Impedimenta, Libros del Asteroide, Hermida, Hoja de Lata, Errata Naturae, Periférica. Siete editoriales en las que he encontrado muchos libros bonitos, muchas buenas lecturas. En Errata Naturae los de Edna O'Brien con su traductora Regina López Muñoz, que está también por aquí. De Impedimenta mi querida Stella Gibbons y mi querida Penelope Fitzgerald entre otras escritoras que eran desconocidas para mí. Ah, y Edith Wharton, eterna. Los Asteroides traen a Seicho Matsumoto y eso ya me hace estar en deuda con ellos. Y los clásicos en Hermida. Y Josephine Tey completa en Hoja de Lata. Y Walter Benjamin en Periférica. Siruela es la editorial de las grandes sorpresas. 

Curso de verano

  /Campus de Northwestern University/ Hay días que amanecen con el destino de hacer historia en ti. No los olvidarás por mucho tiempo que transcurra y esbozarás una sonrisa al recordarlos: son esos días que marcan el reloj con un emoticono de felicidad, con una aureola de sorpresa. He vivido mil historias en los cursos de verano. Durante algunos años era una cita obligada con los libros, la historia o el arte, y, desde luego, de todos ellos surgía algo que contar, gente de la que hablar y escenas que recordar. El ambiente parece que crea una especialísima forma de relación entre los profesores y los estudiantes, de manera que no hay quien se resista al sortilegio de una noche de verano leyendo a Shakespeare en una cama desconocida. Aquel era un curso de verano largo, con un tema que a unos apasionaba y a otros aburría, en una suerte de dualidad inconexa. Sin embargo, el plantel de profesores no estaba mal. Había alguna moderna con ínfulas, que este es un género repetido, y también uno

Slim Aarons: la vida no es siempre una piscina

  El modelo de la vida feliz en los cincuenta y sesenta del siglo pasado bien podría ser una lujosa mansión con una maravillosa piscina de agua azul. En sus orillas, hombres y mujeres vestidos elegantemente, con colores alegres y facciones hermosas, charlan, ríen y toman una copa con aire sugestivo. Esto, después del horror de las dos guerras mundiales, bien valía la pena de ser fotografiado. Así lo hizo el fotógrafo Slim Aarons (1916-2006) un testigo directo y también un protagonista entusiasta, del modo de vida de las décadas centrales del siglo XX, en el que había una acuciante necesidad de pasar página, algo que ni la guerra fría consiguió enturbiar. Como si estuviera permanentemente rodando una película y un carismático Cary Grant fuera a aparecer para ennoblecer el ambiente.  Slim nació en una familia judía de Nueva York y tuvo una infancia desastrosa. No había felicidad sino desgracias y eso se le quedó muy grabado. Luego estuvo en la segunda guerra mundial y allí cubrió momento

Días de olor a nardos

  La memoria se compone de tantas cosas sensibles, de tantos estímulos sensoriales, que la mía de la Semana Santa siempre huele a nardos y a la colonia de mi padre; siempre sabe a los pestiños de mi invisible abuelo Luis y siempre tiene el compás de los pasos de mi madre afanándose en la cocina con sus zapatos bajos, nunca con tacones. En el armario de la infancia están apilados los recuerdos de esos tiempos en los que el Domingo de Ramos abría la puerta de las vacaciones. Cada uno de los hermanos guardamos un recuerdo diferente de aquellos días, de esos tiempos ya pasados. Cada uno de nosotros vivía diferente ese espacio vital y ese recorrido único desde la casa a la calle Real o a la explanada de la Pastora o a la plaza de la Iglesia, o a la puerta de San Francisco o al Cristo para ver la Cruz que subía y que bajaba. Las calles de la Isla aparecen preciosas en mi recuerdo, aparecen majestuosas, enormes, sabias, llenas de cierros blancos y de balcones con telas moradas y de azoteas co