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"Arden las redes. La poscensura y el nuevo mundo virtual" de Juan Soto Ivars


El libro comienza más atrás. En las épocas anteriores a la nuestra en las que la censura funcionaba como una máquina de picar carne. Así, el autor del libro se para en dos ejemplos, digamos, de censura clásica. Una de cada lado. Esto es una constante en el texto, tratar de buscar un equilibrio entre los unos y los otros para que nadie pueda pensar que la censura cae de un solo perfil ideológico. Todo lo contrario. Así lo afirma Ivars una y otra vez. La censura es cosa de todos, parece decir. 

El ejemplo de la URSS y de la censura comunista está representado con el caso del escritor Bulgákov, cuyo estilo satírico no pasó el listón trazado por el régimen. Un régimen en el que el sentido del humor estaba proscrito. A las dictaduras en general el humor les parece una ofensa, una transgresión imperdonable. La historia tristísima de Bulgákov así lo confirma.

De ahí un salto a la censura franquista. Los censores en la época de Franco eran gente individual que cogían la tijera y cortaban donde a ellos les parecía mejor. Eran censores muy personalistas y eso generaba indefensión. No sabías por donde iba a venir el corte. Aunque, como suele ocurrir, los escritores aprendieron rápido mil y una formas de sortear el problema. Y algunos lo lograron. 

Desde esos ejemplos el libro se desplaza a la censura de la prensa, primero desde el Estado y, en la actualidad, a su juicio, convertida en autocensura debido a lo que él llama "la cobardía empresarial". No se trata ya de una censura preventiva sino de no publicar en los medios determinadas cosas que no son del gusto de los conglomerados mediáticos, las empresas multiocupación que se han adueñado de los periódicos, las radios y las televisiones. Esta autocensura mediática funciona a todo tren en estos momentos y a esa falta de libertad real que él atribuye a los medios convencionales, opone la posibilidad de mantener cierta rebeldía e independencia en otros medios nacidos al calor de Internet. 

Todas estas censuras organizadas son una cosa y la poscensura es otra. La poscensura no es más que el resultado de la democracia virtual, de la web 2.0 ó 3.0, de la posibilidad de cualquier persona de utilizar herramientas que le confieren un altavoz con incidencia en ámbitos amplios, más allá de su propia familia o grupo de amigos. Los muchísimos medios que existen ahora para ejercer el derecho de expresión han traído, según el autor, y como hecho paradójico, una menor libertad para expresarse, precisamente a causa de esos millones de ojos vigilantes que se erigen en censores globales, en defensores de lo políticamente correcto, del lenguaje general que no admite matices y que actúan de censores espontáneos. El problema de esta censura o poscensura es su repercusión. Un tuit puede multiplicarse en escasos minutos. Y otro problema es el anonimato. No tenemos forma de saber, en principio, quién está detrás de esas iniciativas que pululan por la Red, ya sea en forma de Facebook, Twitter o cualquier otra red social. Es una censura sin reglas, sin control, que aparece en cualquier momento y sobre la que es difícil legislar y normalizar. 

La poscensura que define Ivars actúa como un bloque homogéneo, aunque no lo sea, en contra de un individuo, en una especie de solo ante el peligro que él ejemplifica con algunos casos concretos: Migoya, Frisa, Vigalondo, Cremades, Zapata, Titiriteros. El de Jesús Quintero con aquella entrevista a José María García que nunca pudimos ver ocupa un espacio amplio en el libro. Ivars ha hecho algo, aparte de narrar los sucesivos casos y tratar de explicar por qué sucedieron: ha conectado con muchos de los protagonistas, tanto con los censores como con las "víctimas". Y acaba concluyendo que los primeros son "gente normal", algunos de los cuales ni siquiera esperaban esa repercusión. ¿Se pone así del lado de los poscensores? Esto admitiría algún debate, alguna discusión al respecto.

Lo que es cierto es que las vidas que en algún momento se situaron en la diana de estos movimientos han cambiado, la mayoría, a peor.  Y que se ha instalado una prevención hacia Internet que, en el jolgorio inicial, no existía. La condición de Gran Hermano de las redes no es nada comparado a su poder de diseminar mierda, viene a decirse. Y luego está el ambiente, enrarecido, de las redes, que asusta a muchos. Y un círculo curioso: gente que censura y, a la vez, es censurada. La censura del Estado y la censura sin Estado. Para pensar. 

Título: Arden las redes, La poscensura y el nuevo mundo virtual
Autor: Juan Soto Ivars
Sello: DEBATE
Precio sin IVA: 6.60 €
Precio con IVA: 7.99 €
Fecha publicación: 04/2017
Idioma: Español

En papel y en e-book

Juan Soto Ivars (Águilas, 1985) es escritor, periodista y asiduo de las redes sociales y ha publicado varias novelas, libros de ensayos y relatos. Con Ajedrez para un detective novato obtuvo el Premio Ateneo Joven de Novela en 2013.

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