Ir al contenido principal

Entradas

Entrada destacada

Días de libros sin rosas

Hubo un tiempo, creedme, en que yo era visible. Tenía incluso cierto status, un buen cargo, gente que me hacía la pelota continuamente y algunos que, me parece, sentían de verdad algún aprecio. También la legión de envidiosos, pero esa me ha acompañado siempre, son, en realidad, mis queridos envidiosos de toda la vida.  Tenía, sobre todo, una persona a mi lado con la que compartía el territorio salvaje de la vida, lo inexplorado y lo seguro. La persona murió y entonces yo me convertí en invisible. Nunca más he tenido esa luz que me adornaba cuando estaba segura de las cosas y no tenía más miedo del normal. Después de su muerte llegó la pandemia y todo se tiñó de un terror de película de catástrofes, un Aeropuerto de grandes dimensiones. Si él hubiera estado todo habría tenido un desenlace diferente pero a su ausencia se unió la incapacidad de reaccionar a un entorno hostil y desconocido. La invisibilidad ha pasado a ser mi santo y seña.  Hubo un tiempo, creedme, en que el Día del Libro
Entradas recientes

“Diario a los setenta“ de May Sarton

  A May Sarton la he conocido hace poco tiempo. Es de las últimas incorporaciones a mi fondo de armario de escritoras antes desconocidas y ahora admiradas. Creo que este es el tercer libro que leo de ella y para que conozcáis los otros aprovecho para enlazaros las entradas de mi blog Algo sobre ella y su vida Diario de una soledad Anhelo de raíces El tercer libro que leo de ella es Diario a los setenta. Los otros dos son también diarísticos y su estilo ya me resulta conocido. Y agradable. Es una escritura compleja en cierto modo y en otra forma también es sencilla. Digamos que describe lo sencillo y muestra lo difícil, obligándonos a hacer un ejercicio de introspección para calcular el alcance de las cosas. Lo mejor que tiene es su forma de observar, cómo ve lo que sucede a su alrededor y es capaz de calificarlo y darle su sitio exacto de una manera tan brutalmente certera. Me gusta esa serenidad que parece desprender y que quizá no sea exactamente eso sino una especie de aceptación de

“Llegamos por ti a Sevilla...“

  La suerte quiso que cuando decidí volar llegara a La Puebla del Río. Con mi título de maestra y muy pocos años, apenas experiencia y todo el día ocupado. La Puebla es el reino de la música, todas las músicas navegan por sus calles, se asoma a su río, que es el río de todos en Andalucía, traspasa el camino hacia Huelva por el Coto Doñana y, en suma, llega a ser sinfonía. Mis años en La Puebla me convirtieron en una eterna admiradora de su compás, su ritmo, sus cantes. Sueño con esos años y veo las calles de La Puebla, con el suelo lleno de jazmines y de ramas de olivo, con olores especiales que vuelven una y otra vez a mi imaginación, con miradas y sonrisas que nada borra. Las cosas que salen en tus sueños son las que permanecen en ti y por eso, de todos los lugares en los que he estado, siempre es La Puebla la que aparece, porque fue un paraíso, porque fue el paraíso y porque, aunque me fui, nunca me marché.  Irme a los cuatro años de llegar forma parte de mi permanente plan de huida

Cuidar un jardín, recordar un abrazo

 Las flores amanecen contigo. Te levantas de la cama y las observas. Ellas han madrugado más que tú. Suspiras. Respiras. Las observas. Tienen un aire de seguridad en sí mismas que te deja extrañada. Te agachas y coges del suelo las hojitas que se han caído. Sopla un viento sencillo y respetuoso que las deja tranquilas durante mucho rato. El viento es aquí un vecino a veces amable y otras veces terrible. Cuando irrumpen en medio del calor, lo agradeces, le susurras unas gracias imperceptibles. Pero el viento caliente te pone nerviosa, te obliga a concentrarte en una música relajante o te lleva hasta los bordes de la piscina, donde el sonido del agua y su frescor actúan de bálsamo. Agua, sol, viento, aire, cuerpos, palabras, recuerdos, tus abrazos.  Miras las flores con toda tu atención. Sus colores parecen haberse elegido para combinar un cuadro impresionista. Tú y el impresionismo tenéis una asignatura pendiente. Las vanguardias y el arte contemporáneo te deslumbran. Muchas veces añora

Una escritora en busca de una casa

Chawton Cottage Yo también buscaba una casa donde vivir y trabajar y crearme un mundo a mi ritmo, pero incluso en mi imaginación ese lugar aparecía difuso, indefinido, falso o irreal o falto de realismo.  Deborah Levy. Una casa propia No se ha insistido lo bastante en el hecho de que Jane Austen nunca poseyó una casa, ni tampoco en la itinerancia de su vida. Fue una vida corta pero vivió en varias casas y pocos meses estaban exentos de viajes a cualquiera de las obligaciones que tenía contraídas como hermana de muchos hermanos. Y hermana soltera. Las solteras solían ser las encargadas de ayudar en los partos, de atender a los niños pequeños, de hacer compañía a las personas mayores y de contribuir al cuidado de los enfermos. Los cuidados son todavía hoy cosa femenina y mucho más lo eran en aquel tiempo. Se suponía que las hermanas solteras eran las indicadas para estar disponibles para todo. Y desde luego esto se llevaba a rajatabla entre los Austen. De ese modo, vemos a Jane y a su he

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Extrañeza de perfil

  Louise Dahl-Wolfe coloca a sus mujeres de perfil, a veces les cubre el rostro y en otras ocasiones aparecen con los ojos cerrados. Incluso si están en pareja o en grupo no hay interacción entre ellas, dando la impresión de que ni siquiera se conocen, que son extrañas, que permanecen aisladas. Es un aislamiento interior, más que exterior. Son desconocidas que apenas se mueven, estáticas e indiferentes parece que no tienen sentimientos ni deseos. 

Oh, esa chica

  /Chica americana en Italia. Ruth Orkin/ Una vez saqué un billete de tren de esos que van a todos los lugares y me subí en mi estación amiga, la de al lado de casa, aquella a la que solía ir cuando esperaba a alguien o cuando no esperaba, y me marché en busca de alguna aventura que levantara el tedio del verano, un verano muy metido en levante, un verano que obligó a que la Virgen del Carmen se quedara en el puerto y no pudiera cruzar los fiordos atlánticos de los azules esteros que rodeaban mi casa.  Saqué un billete de tren y era la primera vez que iba a viajar sola, sin primas, sin amigas, sin familiares y sin chico. Esperaba que todos me dejaran tranquila y que el chico, uno nuevo, apareciera en cualquier recodo, cafetería, autobús o parque. Entonces yo era muy de parques, muy de andar, muy de subir y bajar escaleras, muy de escalar el mundo en tren o en autobús. Y muy de iglesias. Entraba en las iglesias a descansar, a dejarme llevar por su silencio, por su especial atmósfera, y

Extranjera

  Nina Leen, Roof Sunlamps, Senator Hotel, Atlantic City, 1948. © Time Inc. Un día descubres que estás fuera de todo para siempre y que eso no es una circunstancia, sino una manera de estar, de ser, de vivir. No puedes evitarlo, no es mérito alguno, no depende siquiera de ti. Es, más bien, algo que va contigo, que no tienes intención de sacudirte porque sería inútil completamente. Y hay momentos en que pensaste que esa extranjería vital era cosa de la niñez, de la adolescencia, de la juventud. Que la madurez lograría situarte dentro de esa esfera que es la vida tal y como los demás la disfrutan, la conciben, la muestran. Pensaste en que la próxima vez las cosas irían mejor. Que en tu nuevo destino, en tu nueva situación, en ese nuevo lugar, todo sería distinto. Que algo sea distinto es un objetivo que no puedes dejar de lado. Pero recuerdas, una y otra vez, las frases del Buscón, y las tienes a mano para ilustrarte, para abrirte los ojos: "Y fuéme peor, porque no muda de condición

Una moda de cine

Bette Davis, lejos del blanco y negro de las pantallas, con una gama de colores inusual en ella y que está de última moda ahora mismo. Los flúor. La combinación de naranja y verde sigue siendo atrevida pero ella sabía usarla como nadie. Es un milagro que, no siendo una belleza al uso, tuviera la facultad de destacar y realzar todo lo que llevaba. Recuerdo el vestido negro de la fiesta de "Eva al desnudo", con los hombros al aire y la falda de anchísimas capas.  Me resulta imposible que los modistas no conozcan una de las principales referencias de la moda universal. Y mucho peor que quienes pretenden serlo sean analfabetos en la materia. Como los aprendices de "Maestros de la Costura" que, no solo desconocen cómo se toman las medidas o la aplicación de los distintos tejidos, sino que andan en blanco de cultura general, de cultura de la moda y de cultura sin adjetivos. Un horror. Sin la moda de cine la historia del vestido no sería la misma. Los diseñadores d

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Con noticias de Frank

  La familia de Jane Austen estuvo íntimamente ligada a los conflictos navales que mantuvo Inglaterra con el reino de España durante el siglo XVIII. Concretamente, sabemos que Frank Austen, que alcanzaría el título de sir y el grado militar de almirante, participó en el bloqueo de Cádiz, operación militar que comprendía el cerco, bombardeo y combate anfibio en torno a la ciudad y que duró dos años, desde el 2 de abril de 1797 al 13 de mayo de 1799. Aunque se ha dicho que la escritora no sentía interés alguno por los acontecimientos políticos, sociales y militares que estaban sucediendo, ello no puede tener visos de verosimilitud habida cuenta de que, como sucedía a tantas familias, los suyos estaban implicados de algún modo. Sus hermanos Frank y Charles eran marinos. Charles estuvo muchos años embarcado llevando a su familia con él, de modo que su esposa y una de sus hijas murieron en alta mar. En los meses en que el bloqueo de Cádiz se estaba iniciando, con una flota inglesa al mando

La paz es un cuadro de Sorolla

  (Foto: Museo Sorolla) La paz es un patio con macetas con una silla baja para poder leer. Y algunos rayos de sol que entren sin molestar y el susurro genuino del agua en una alberca o en un grifo. Y mucho verde y muchas flores rojas, rosas, blancas y lilas. Y tiestos de barro y tiestos de cerámica. Colores. Un cuadro de Sorolla. La paz es un cuadro de Sorolla.  Dos veces tuve un patio, dos veces lo perdí. Del primero apenas si me acuerdo, solo de aquellos arriates y ese sol que lo cruzaba inclemente y a veces el rugido del levante y una pared blanca donde se reflejaban las voces de los niños y una escalera que te llevaba al mejor escondite: la azotea, que refulgía y empujaba las nubes no se sabía adónde. Un rincón mágico era ese patio, cuya memoria olvidé, cuya fotografía no existe, cuya realidad es a veces dudosa.  Del segundo jardín guardo memoria gráfica y memoria escrita porque lo rememoro de vez en cuando, queriendo que vuelva a existir, queriendo que las plantas revivan y que la